Pocas cosas nos ocupan la mente como nuestra sexualidad. Y sin embargo, a menudo seguimos sin saber cómo discutirla o interrogarnos sobre ella: la educación deficiente, los ejemplos irreales en la pornografía, el silencio sobre la atención adecuada a la violencia y el simple tabú alrededor de lo que hacemos en la cama (o en el sofá, en el piso, en el auto…) nos dejan con preguntas mal planteadas, dudas sin resolver y mucha confusión sobre lo que nos ocurre cuando algo se nos antoja o cuando sentimos rico.
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